Simeone es el Atleti y el Atleti es Simeone
'Sir' Alex Ferguson, Valery Lobanovsky, Matt Busby, Helenio Herera, Guy Roux, Bill Shankly, Brian Clough, Jock Stein, Miguel Muñoz, Johan Cruyff, Pep Guardiola, José Mourinho o Luis Aragonés. El panteón sagrado del olimpo de los mejores entrenadores de la historia abre sus puertas, de par en par, a Diego Pablo Simeone. El Cholo, que ya no es un entrenador común, sino una leyenda viva del Atlético de Madrid, ingresa, por derecho propio, en el selecto club de los mejores técnicos de la historia. Sus números y récords darían para escribir un artículo kilométrico. Más partidos dirigidos, más partidos ganados, más títulos, mejor racha, más partidos sin encajar o mejor porcentaje de victorias colchoneras en la historia adornan un palmarés impresionante. Sin embargo, el legado del Cholo en el Atleti, está más allá de cualquier título, racha o victoria. Está en el corazón.
Simeone, que recibió un muerto y devolvió un campeón, reprogramó al equipo, refundó el club y reescribió el relato del club. El auténtico legado de Simeone, que es lo mejor que le ha pasado al Atleti en toda su historia, está en la energía desbordante que ha inoculado en un club que, antes de su llegada, era un gigante dormido. El Cholo despertó al Atleti, a golpe de corneta, con camiseta, sudor y pertenencia, hasta colocarle en la elite. De la depresión al triunfo, de la improvisación al plan, del norte perdido al orgullo sureño, de la nada al todo. Él les devolvió el orgullo arrebatado. Primero convenció al equipo, al club y a la afición de que, para ser grande, había que pelear como un equipo chico. Después les convenció de que el corazón podía igualar el presupuesto. Y después, les invitó a subirse al carro de pensar en grande: Si se trabaja y se cree, se puede.
Simeone, con sus victorias y derrotas, sus éxitos y fracasos, sigue siendo, después de once largos años, el tipo que sostiene todo un club. El Barça tuvo a Johan Cruyff. El Forest tuvo a Brian Clough. El Dinamo tuvo a Lobanovsky. El Arsenal, a Wenger. El Madrid, a Muñoz. Y al Atleti, la vida le besó en la boca con Simeone. Primero pudo disfrutar al mítico Luis. Y ahora, tiene la suerte de seguir contando con el Cholo. Su barco, que está hasta los topes cuando gana y se vacía cuando gana menos, siempre ha tenido un rumbo fijo. Hacer posible lo que todos le dicen que es imposible. Acertará o fallará, ganará o perderá, lo hará mejor o peor, pero su hoja de ruta no admite debate: hablarle de exigencia a Simeone es como hablarle a Noé de la lluvia. Nadie se exige más que él. Vive por y para el Atleti. Llevan once años vaticinando su fin de ciclo, pero él sigue ahí, contra viento y marea, luchando para vivir su sueño. Y si algún día se marcha, siempre seguirá presente, porque la memoria y la gratitud son eternas. No es Diego Pablo Simeone. Es Diego 'Padre' Simeone. No es que el Atleti sea su casa. Es un diario íntimo del club. Simeone es el Atleti y el Atleti es Simeone.
Rubén Uría