'A Segunda, oé: Mojar pan en la salsa de la desgracia ajena

La Nucía vs. Valencia
Valencia CF
El cántico dedicado a ofender y humillar al rival lleva tanto tiempo instalado en los campos que ya no nos avergüenza, cuando debería ser así.

'A Segunda, oé'. Ese cántico, ese grito desaforado, es tan viejo como el propio fútbol. Se lleva cantando durante tiempo, que los aficionados nos hemos vuelto tolerantes con un cántico que nos debería aborchornar, porque el fútbol es para disfrutar de nuestro equipo y no para humillar al contrario. Ese patético 'A Segunda, oé', estan triste como indefendible. El 'A Segunda, oé', que lleva décadas instalado en nuestro fútbol y es coreado en nuestros estadios, es la banda sonora más cruel del fútbol. En su musicalidad, atronadora por la rabia que se genera en la grada, se esconde la factura más cara del revanchismo del hincha. Recordar al rival que sólo le queda el dolor de haber sido y la vergüenza de ya no ser.

No hay afición que no haya entonado la canción y no hay cuerpo contrario que lo resista. 'A Segunda, oé' es un clásico que despierta los instintos más bajos y revanchistas de los que la cantan. Su letra es un arma arrojadiza que se clava como una daga en el corazón del equipo que la sufre, su repetición refuerza la desafección de quienes la corean y su disfusión en los medios refleja la peor cara del deporte, la de quien hurga en la herida ajena, echándole sal.

Hace semanas se escuchó en el Bernabéu, dedicado al Valencia. Este fin de semana se escuchó en el Camp Nou, también para hacer sangre con la situación del equipo ché. Esta jornada esa banda sonora sonó en el Metropolitano, para dañar la reputación del Sevilla. La crueldad hecha cántico consiste en recordarle al rival cómo de profundo es el precipicio al que se asoma. Algo así como mojar pan en la salsa de la desgracia ajena. Ese 'A Segunda, oé', cantado y coreado por decenas de aficiones en cientos de estadios, dibuja el lado más cruel del deporte. El del aficionado que disfruta pisoteando al equipo vencido.

'A Segunda, oé' es uno de los grandes 'hits' de la banda sonora de nuestro fútbol. No hace prisioneros, ni distingue camisetas. Solo resuena para dañar, para herir, para lastimar. Se inventó para eso. Es una detestable y vieja ley con himno propio, que hurga en la herida de un rival lastimado, indefenso y al que se humilla con gratuidad. Por desgracia seguirá sonando. Eso sí, para eso, que no cuenten con quien esto escribe. Dicen que la experiencia genera empatía. Y quien vivió de cerca aquel descenso traumático del Atlético de Madrid aún recuerda, con mucho dolor, aquella banda sonora sarcástica y cruel. Con los 48 recién cumplidos, uno tiene claro que, en un estadio de fútbol, jamás cantará eso de 'A Segunda, oé'. Cuando se lo cantaron al Atleti me prometí a mi mismo que jamás, jamás, cantaría esa canción. Es mojar pan en la salsa de la desgracia ajena.

Rubén Uría

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