El ruido no cala con el Athletic en puestos de honor
Uno de los mayores miedos a los que se enfrenta un periodista es el de llegar a la redacción en pleno verano con la mitad de sus compañeros de vacaciones y unas noticias que no acaban de producirse. Es una situación por la que no tienen que pasar durante el estío los que se dedican a cubrir la información futbolística, porque el siempre bullicioso mercado de fichajes y la pretemporada de los equipos permiten que el plumilla de turno se remangue para escribir sin asomo del vértigo de sus iguales.
Mas ese oasis de julio y agosto se torna en desierto ya con el primer parón liguero por los partidos de las selecciones de septiembre. Más aún en el caso de equipos como el Athletic, en el que lo más habitual es que no suceda casi nada durante los días sin fútbol de clubes. Ahí, los redactores y sus jefes se ven impelidos a rascar los aspectos más curiosos o inverosímiles, con el añadido de que estos tienen que resultar de interés para esos miles de lectores que siguen exigiendo que los informen a diario.
Lo clásico es apoyarse en los datos acumulados, establecer rankings, poner el foco en los futbolistas más insatisfechos por no contar para el entrenador, en desgranar más en profundidad el estado de los lesionados, buscar alguna entrevista de entretiempo… en fin, justificar que como profesionales que son tienen la capacidad para ofrecer contenidos.
No descubro nada si afirmo que de unos años a esta parte las redes sociales se han convertido en un salvífico caladero del que extraer tendencias, rumores, críticas y cualquier asunto que ofrezca alguna arista al que se pueda aplicar el aumento de la lupa que descansa en los escritorios de los medios. Verbigracia, la samba de una joven estrella y todos los alrededores que poco o nada tienen que ver con el juego del fútbol.
En el caso del Athletic, en pasadas campañas hemos asistido a debates realmente encendidos en torno a puros habanos, reuniones acarameladas en tiempos de contagio, discusiones de pareja en fiestas locales y negativas a pasar por el quirófano, por citar algunos momentos sencillos de recordar.
Y he aquí, que en este descanso liguero también se han producido episodios para que aficionados y periodistas se hayan podido explayar. En este peculiar hábitat que es el que conforman el Athletic y sus merindades opinadoras, no han faltado motivos para llevar al primer plano determinadas cuestiones. Así, el nivel “cero” en euskera de Nico Williams o el “mi sueño siempre ha sido ir con la selección (española)” de Álex Berenguer han pasado de puntillas por el otras veces implacable juicio de una parte de la afición sensible ante aspectos de este jaez.
Hay un adagio en marketing digital que afirma que la mejor forma de esconder un cadáver es en la segunda página de Google. Una ocurrencia tan real como brillante que podría adaptarse al club de Ibaigane, que cuando el primer equipo tiene a sus seguidores con una permanente sonrisa en el rostro, no hay ruido capaz de sulfurar ni siquiera a los más levantiscos, que dejan que se cuelen sin lidiar los asuntos más ásperos. Algo a lo que hacía mucho que no se enfrentaban. Demasiado, seguramente.
Lartaun de Azumendi