El amor después del amor

Lionel Messi Argentina Francia
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Se acabaron las comparaciones, terminó el no disfrute, finalizó la experiencia ingrata. Messi es de Argentina. Nada más. Nada menos.

No necesitaba más Lionel Messi. Desde el día que jugó contra Paraguay, en un partido armado por la AFA para que él vistiera la camiseta de la Selección, ya tenía asegurado el cielo, el reconocimiento. Destino de grandeza y nombre propio. Pero los hinchas argentinos siempre quieren más, siempre necesitan más. No es una exigencia sin sentido. Es una vara plantada por los Kempes, Passarella, Luque, Bochini, Bertoni, Burruchaga, Valdano, Batistuta. Y Maradona.

El efecto mágico que había generado Lionel Messi en la Copa América 2021 se hizo gigante en Qatar. Esto es el pacto definitivo, dorado y sellado. El capitán del equipo argentino terminó de lograr lo que parecía imposible: no, no es ganar un Mundial. Es hacer que los hinchas terminaran de comparar la carrera entre él y Maradona. Se acabó. 

Esto es el amor después del amor. Una versión más pura, que acepta límites, que entiende más de lealtades y fallas, que va codo a codo con una convicción, que no pide, simplemente toma lo que hay.

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Y lo que hay es -fue- mucho. Demasiado. El Mundial de Messi en Qatar lo tuvo todo. Y un poco más. Messi 2022 fue más que el Ronaldo del 2002 o el Zidane de 2006, algunas de las representaciones más grandes en los Mundiales de este siglo. 

En algún momento del partido contra Arabia Saudita dio la sensación de que no iba a ser. Messi había convertido de penal, con un toque suave. Pero, cuando las cosas empezaron a salir mal, se quedó sin reacción. Como si le faltara una marcha. Como si no pudiera arrancar. Sensación repetida. Pero, cuando terminó el partido, el propio capitán salió a poner el pecho. "Que la gente confíe que no la vamos a dejar tirada". Y, después de eso, la magia. 

No queda claro si tuvo que ver la edad, la madurez, el sentimiento de pertenencia con Scaloni y su proyecto. O el amor después del amor. Ese amor capaz de perdonar todo, como cuando falló el penal contra Polonia. Ese amor tierno que recuerda el polvo de Rosario. Ese amor tembloroso que mira de reojo el adiós. Ese amor esperanzador que sueña con una más. Siempre una más. Ese amor que te lleva a las nubes y te hace volar. Messi jugó como si estuviera levitando. Hizo levitar a todos.

El amor después del amor llora por el miedo de que sea el final. Llora por el roce con la genialidad. Llora por el acercamiento de lo argentino, el polvo del potrero, los pozos de los campos, el olor del pasto. El amor después del amor, al fin, fue el sentimiento más lindo de todos. 

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