Porquería sobre Simeone, basura sobre João Félix

JOAO FELIX CHELSEA PREMIER LEAGUE 11022023
Getty Images
Hace meses que quería escribir sobre este tema. No gustará, pero es lo que hay.

Incluso antes de llegar al Atleti, João Félix se usó como un arma arrojadiza contra Simeone. El discurso se prefabricó en los medios ‘nacionalmadridistas’, caló entre ciertos sectores atléticos y acabó por convertirse en un quiste sebáceo que el club, presionado por el ‘superagente’ Mendes, tuvo que sajar. Desde el primer día se nos vendió que João y Simeone eran agua y aceite, que no mezclaban, que sobraba uno y que su convivencia era imposible. Se fabuló, mintió, ensució y finalmente, después de ganar una Liga y el pasar de los partidos, se consumó. Crónica de una muerte anunciada. Unos culparon al Cholo y otros, a Félix. Que cada palo aguante su vela.

Félix estuvo lejos del nivel que se le presupone a un jugador por el que un club paga 127 millones de euros. Su talento, indiscutible, apareció con cuentagotas y se extendió a fogonazos. Le faltó continuidad, regularidad y consistencia. Su adiós pasajero, una patada a seguir, una huída hacia adelante, fue un fracaso de todas las partes implicadas. Fracaso del club, porque su gran inversión acabó en un préstamo forzoso. Fracaso del jugador, porque fue incapaz de pasar de pantalla y subir de nivel, dejando de ser futbolista de ‘highlights’ para ser un ‘crack’ determinante. Y fue un fracaso del entrenador, que no fue capaz de cumplir con éxito su trabajo, sacar lo mejor del jugador.

João pidió salir, el club cedió a su deseo, le encontró un destino y allí, en Londres, le está yendo exactamente igual que como le iba en Madrid. Sigue siendo un talento intermitente que es capaz de hacer en cinco minutos tres jugadas que te levantan del asiento y al mismo tiempo, desaparecer durante cuarenta minutos. Es capaz de tirar dos caños, dos bicicletas y salir de una emboscada de piernas y también de pegar una patada sin sentido, irse a la calle o poner caritas cuando le cambian, porque sigue sin terminar los partidos. Cambia el club, cambia la liga, cambia el sistema, cambian los compañeros y cambia el nombre del entrenador, pero el portugués sigue justo donde estaba. Es un jugador de clase infinita con una asignatura pendiente: la regularidad. 

Nada ha cambiado en Simeone. Ni en João. Lo único que ha cambiado es el ojo crítico de quienes les miran. Hace meses, el ‘nacionalmadridismo’ ilustrado que gobierna los medios, exponía que el Cholo era un carcelario del talento, un terrorista cuyos planteamientos laminaban el talento de João. Como el campo no miente y los resultados del Atleti ahora son los que son, los falsos profetas que crucificaban al Cholo por no apostar por el portugués, ahora callan como meretrices en misa. Genios. El problema es que en ciertos sectores colchoneros se está esparciendo una toxina surrealista, la de menospreciar y culpar de todos los males a João, como si el renacer atlético y la salida del luso tuvieran algo que ver. Como si el luso fuera una oveja negra que, al salir, hubiera sanado todos los males del Atleti. Eso es más falso que un euro de madera.

Cuando João estaba en el Atleti, se le santificaba, demonizando a Simeone con el ánimo de asesinar la reputación del argentino. Ahora el proceso se ha invertido. Con João fuera del Atleti, hay quien cree, sostiene y justifica que, para defender el crédito de Simeone, hay que matar sistemáticamente a João. La cantinela empieza a ser insoportable. Usar a João como un “punching ball” para loar a Simeone es tan mezquino como tachar al Cholo de terrorista deportivo por no darle galones a João. En el término medio está la virtud. Ni Simeone era un terrorista, ni João es un hereje que merece el destierro. La realidad es que el Cholo es el que manda, y que, si hay que elegir entre él y cualquiera, es innegociable. Y que eso no impide entender que el luso es un activo del club, que tiene contrato y que no le ha faltado al aficionado jamás.

Quien esto escribe, cholista y a mucha honra, podría dar pábulo a todos los bulos, rumores, sospechas y disparates que corren sobre el portugués. La verdad, que vende menos que la mentira, es otra. João, durante su estancia en el Atleti, fue un gran compañero, sigue siendo un tipo muy querido en el vestuario, no es ningún niñato y es bastante más adulto que otros que presumen de serlo mientras se besan el escudo. Los que insultaban a Simeone por no dar más minutos a João le hicieron un flaco favor al Atleti. Y los que creen que el Atleti va mejor porque João era una oveja negra, están pinchando en hueso.

Dicen que el Chelsea le quiere. Como tres meses son una eternidad y los designios del mercado son inescrutables, uno no se atrevería a descartar que acabe sucediendo lo que todos nos dicen que es imposible. Que João acabe otra vez con Simeone. Pasó con Filipe, Tiago y Costa. Pasó con Morata, aunque los periodistas nos decían que no pasaría. Y pasó con Saúl, aunque los medios nos contaron que era imposible. ¿João? El tiempo dirá. Hasta julio, bastaría con intentar entender que ni Simeone era un carcelario del talento, ni João es un trozo de carne con ojos al que se puede enterrar en porquería para defender a Simeone. Igual no es tan difícil. Enterrar en porquería a Simeone no es buen negocio. Bañar en basura gratis a Joao, tampoco. Al fin y al cabo, seguir haciendo eso es tirarle barro al Atleti. Y quitarle trabajo al 'nacionalmadridismo' es mal negocio.

Rubén Uría

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